El próximo miércoles llegará a Valencia la adaptación al teatro de la película El Discurso Del Rey. Bajo la dirección de Magüi Mira y protagonizado por Adrián Lastra, Roberto Álvarez, Ana Villa, Gabriel Garbisu, Lola Marceli u Ángel Savín, la obra cuenta el esfuerzo del rey Jorge VI de Inglaterra para superar su tartamudez con ayuda del logopeda de métodos poco convencionales Lionel Logue.
Esta historia tiene datos curiosos poco conocidos como que David Seidler, ganador del Oscar al mejor guión original, padeció este mismo problema de joven, hecho que le impulsó a informarse sobre la historia del rey Jorge VI y empezar a escribir esbozos del guión. No obstante, al contactar con la Casa Real Inglesa, a petición de la viuda del rey, tuvo que posponerlo hasta que ella falleciera. ¿os acordáis de la Reina Madre, que vivió hasta los 100 años? Pues esa misma, que anda que ya es mala suerte. 😉
Interpretando al logopeda, a quien ya dio vida en la gran pantalla Geoffrey Rush, se encuentra Roberto Álvarez. Un actor al que, pese a su dilatada carrera (sólo tenéis que ir a la wikipedia para comprobarlo), la mayoría de vosotros quizás reconoceréis por series como Ana Y Los Siete. Sí, esa serie de hará unos quince años en la que Ana Obregón hacía de stripper reconvertida en niñera, con mayor o menor credibilidad… Pero como diría cualquier político «yo aquí he venido a hablar de mi libro», así que dejamos el pasado atrás y estuvimos hablando con Roberto para que nos contara un poco de esta magnífica obra de teatro que pronto podremos disfrutar en la capital del Turia.
BiS: Cuando Seidler redactó el guión de El Discurso Del Rey, lo hizo como si de una obra de teatro se tratase. Ya se ha comentado que vuestra obra gana con respecto a la película en las emociones que se transmiten al tener a los actores en directo y en cuanto al ambiente que se crea con el público, pero ¿en qué se ve favorecida esta obra en comparación con otras adaptaciones de películas que se han llevado a los escenarios por el hecho de que el guión original se escribiera de esa forma?
RA: Normalmente en las adaptaciones, porque tengo experiencia ya que fui productor de El Verdugo de Berlanga (la película) y se trasladó al teatro, son trasladables aquellas historias que, en principio, suceden en un número de escenarios limitados y que la historias esté emocionalmente contada en torno a un número determinado de personajes, y esto es lo que sucede aquí. Hay un eje fundamental, que es el problema del rey y la ayuda que le proporciona el logopeda y luego, el entorno que, al igual que en la película, es un entorno limitado de personajes: está la reina, Churchill, su hermano y Wallis de Baltimore. Al no haber más, es posible el reto de pasarlo al teatro. Esto es lo que le propusieron al autor y así lo hizo.
BiS: La película fue un éxito en cuanto a crítica, premios… ¿Va la gente con unas expectativas muy marcadas cuando viene a veros al teatro?
RA: Nos preguntamos al principio si iba a ser un inconveniente o un aliciente y finalmente ha sido un aliciente. La cantidad de personas que nos está yendo a ver, la gran asistencia que hay a nuestra propuesta, pues indica que ha sido un aliciente. Es decir, que las personas gustan de ir a ver Hamlet por segunda vez, de ir al ver El Enfermo Imaginario o La Casa de Bernarda Alba. Detrás de cada propuesta, de cada actor hay siempre una visión diferente y yo creo que, realmente, ha sido un aliciente. Pensábamos que podría no serlo. Lo más bonito que nos pueden decir al salir es que se han olvidado de la película y eso está sucediendo. Te invito que cuando vengas a vernos, me digas que es verdad.
BiS: Supongo que antes de que formaras parte de esta producción ya habrías visto la película. ¿Te condicionó de alguna forma la interpretación de Geoffrey Rush? Porque es un actor con una presencia escénica muy marcada en todos sus papeles…
RA: Bueno, ya he hecho muchas obras así, incluso, a veces haces obras de teatro que ya han sido representadas y están documentadas en internet. Entonces, también puedes ver una obra de teatro y luego hacerla tú. No pasa nada. Es que necesitas partir de otro lado, pero no porque tú te plantees «no quiero hacer aquello», no, si «aquello» está bien, hazlo. Es que simplemente, cuando te pones a trabajar en el teatro es diferente, en el cine tú vas, lo haces y ya está, pero en el teatro como estás un mes y medio aprendiéndote el texto y ensayando, te sale de otra manera. Sale desde ti y de ahí ya luego la directora te conduce a un sitio u otro. Este personaje es mucho más dicharachero, mucho más abierto que el de la película y es un matiz diferente.
BiS: La película y la obra están basadas en hechos reales, con personas que estuvieron vivas en un pasado relativamente reciente. ¿Se afronta de forma diferente interpretar a una persona con la que prácticamente eres contemporáneo?
RA: Te emociona de forma diferente, sobretodo porque hay documentación sobre ellos. Los ves, ves a sus biógrafos… Hay un documental de RTVE con todos los biógrafos de cada personaje de todos los que aparecen… Y te es absolutamente sugerente, te emociona hacerlo, es diferente, te emociona. Si son personajes inventados no existen, pero si existen pues te emociona ver que estás haciendo esa persona. En mi caso L. Logue acabó entablando una gran amistad con el rey y acabó en el palco real en el día de la coronación, por dos razones: como agradecimiento del rey por su labor y porque el rey lo necesitaba, necesitaba que él estuviera cerca, que tuviera un lugar donde mirar para coger confianza. Entonces, bueno, es australiano, en la misma calle donde hay referencias aquí aparece en el documental sobre él. Es muy emocionante.
«Yo creo que a ellos son a los que les gustaría vernos a nosotros, más que nosotros a ellos».
BiS: Recientemente también has interpretado a otro personaje histórico, el Cardenal Tavera de la Inquisición, en Carlos, Rey (la 1). ¿Con qué periodo te quedas a la hora de interpretar, salvando las distancias entre el teatro y la televisión?
RA: Sí, ¡madre mia!, menudo… Yo diferenciaría mucho. A mi me gusta hacer las cosas que son un reto, de partida. Si mañana tengo que cantar, que no lo he hecho nunca en un escenario, o bailar flamenco, eso es lo que me gusta a mi. Todo aquello que no haya hecho nunca. En este caso, todo eso de que tuviera Oscars y todo aquello, es lo que más me «puso», que se dice, de la propuesta. Es decir, que el reto sea muy grande. Luego, que sea una época u otra me da igual. Si me preguntas, me gustaría hacer algo de las cavernas, ¿sabes lo que te digo?, algo que fuera así de rompedor. Es como Jose Luis Gómez, que ha hecho La Celestina, pues eso es lo que me gustaría hacer, no tanto por la época como por el personaje de la propuesta.
BiS: Eres bastante activo en redes sociales, tienes un blog… ¿Cómo crees que te ayuda eso como actor, como forma de promoción, o crees que a veces puede ser un handicap?
RA: He hecho un curso en redes sociales ahora. Yo estoy muy empeñado en que el teatro debe, están obligados los actores y el mundo de la cultura a relacionarse con el mundo que está viviendo ahora y si estos son los medios, hay que conocerlos y hacerlo con total dedicación. Lo que pasa es que lleva mucho tiempo, ése es el problema, que no tienes tiempo a atenderlo.
BiS: Por último… Llevas treinta y pico años en la profesión, ¿cuál es la anécdota más gorda que te haya pasado sobre un escenario?
RA: Sobre un escenario me han pasado muchas cosas, pero te contaré una de Albacete con la primera compañía que formamos, Teatro de la Danza. En aquella época no había (o no eran tan conocidos) los medios técnicos que hay ahora y, entonces, nosotros llevábamos un montón de focos y de escenografía, así que habíamos pedido una ficha técnica en la que tenía que haber un truss, que son estas barras donde se colocan los focos, una estructura que se levanta con motores y es donde tú colocas los focos y las cosas. Cuando llegamos ahí a la plaza de Albacete no había absolutamente nada, pero nada de nada. Entonces, claro, nosotros cuando llegamos a las 10 o las 11 de la mañana fuimos al ayuntamiento para ver dónde íbamos a actuar y cómo. Ya a las 12h llamando a concejales y a todo dios el pobre gerente, mandaron a una cuadrilla de FONTANEROS. De repente, a las dos de la tarde vienen un mogollón de fontaneros, como 10 fontaneros del ayuntamiento, con tubos de fontanería… y montaron una estructura enroscando tubos. Justo a los 10 minutos de empezar la función, con todo el patio de butacas, al aire libre, lleno, ¡aquello se vino abajo por completo!
…¡Y hasta aquí nos pudo contar! Nos quedamos con las ganas de saber si las buenas gentes de Albacete pudieron, al final, ver su obra de teatro en algún momento. A Roberto Álvarez le agradecemos que nos dedicara estos minutos y a vosotros os digo: ¡Corred, insensatos, corred a comprar las entradas para ver El Discurso Del Rey en el teatro Olympia antes de que se agoten las entradas!
M.
Deja una respuesta