Todos tenemos malos recuerdos, momentos de tu vida que prerirías olvidar, que quisieras no haber vivido… pero, si te dieran la opción de borrarlos por completo de tu mente, ¿lo harías?
La memoria, los recuerdos tanto buenos como malos modelan nuestra forma de ser. Todos somos como somos, en parte, por lo que hemos vivido. Entonces, ¿estarías dispuesto a olvidar parte de lo que te ha hecho llegar a ser lo que eres? ¿Cambiaría tu forma de ser si modificases las experiencias que han marcado tu vida?
Estas y otras muchas preguntas son las que pasan por la mente del espectador de Invisible, el nuevo musical que se ha estrenado en el Eixample Teatre de Barcelona.
Invisible cuenta la historia de tres jóvenes cuyo nexo de unión es la empresa WhiteInk, dedicada a la modificación de recuerdos. Por un lado nos encontramos a Alex, quien aglutina todos los tópicos que podamos asociar a una superestrella de la música: abuso de sustancias, actitudes autodestructivas, acoso por periodistas, desencantada con la música comercial que tiene que cantar… Por otro tenemos a Noah, un joven misterioso y algo peculiar. Ambos coinciden en la exclusiva clínica WhiteInk, que se encarga de eliminar los recuerdos que la persona no desee de su mente. A cargo de estos dos pacientes se encuentra Sasha, de apariencia seria y fría, tras esta fachada se esconde una soñadora que quiere cambiar el mundo. El encuentro entre estas tres personalidades en un recinto cerrado desarrollará la trama de la historia, donde no todo es lo que parece.
Quizás el argumento sugiera más bien un futuro de ciencia ficción, la verdad es que el musical recuerda más bien a Next To Normal, musical que se estrenó en Broadway en 2009, ganando en 2010 el premio Pulitzer de teatro y que está previsto que aterrice en nuestro país en los próximos meses. En este, al igual que ocurre en Invisible, aborda temas como la depresión, los efectos de la mente y sus consecuencias en quienes se encuentran alrededor. Incluso alguna de las canciones podría traernos a la memoria aquella de «Superboy and the invisible girl» en la que tras la muerte de su hermano, la hija se quejaba que para su madre había dejado prácticamente de existir. Un tema duro pero tratado con mucho cuidado y respeto en ambos musicales.
Una estética minimalista y un reparto formado por tres soberbios actores hacen que el espectador se traslade con los protagonistas y sufra con ellos, con sus dudas y tribulaciones. Destaca vocalmente Lucía Torres, que como en anteriores ocasiones deja al público con la boca abierta cada vez que empieza a cantar. La sorpresa nos la hemos llevado con la interpretación de Adrián Rodriguez, el alma atormentada de su personaje hará que se le forme al espectador un nudo en la boca del estómago. El trío lo complementa a la perfección Paula Berenguer.
Un musical diferente, de los que demuestran que no hace falta que todo sean vestuarios llamativos y complicadas coreografías para enganchar al público. Un musical de los que, al finalizar la función te hace plantearte las implicaciones éticas de los avances científicos. Un musical que no querrás olvidar.
M.
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