…CUANDO MÁS NO SIEMPRE ES MEJOR.
Últimamente parece que vivamos fascinadas por las maravillosas producciones que nos rodean, hemos repetido hasta la saciedad eso de que cada vez parece menos necesario viajar lejos para ver grandes producciones de gran nivel. Bueno, no es oro todo lo que reluce y también hay espectáculos que pretenden suplir a base de plumas y purpurina sus carencias en cuanto a libreto.
Uno de los ejemplos más flagrantes es Rouge Fantastic Love, actualmente en el Teatre Apolo de Barcelona. Se trata de una producción que tenía todas las papeletas para ser uno de esos grandes musicales que dejan al público asombrado… y asombrado sí se quedó una buena parte del público, o más bien perplejo. Perplejo por una historia que no tenía ningún tipo de sentido, personajes que no entendías de dónde salían o por qué estaban cantando esa canción. Perplejo porque un musical firmado por Ricard Reguant, quien ha estado detrás de innumerables musicales de éxito, protagonizado por Gisela (OT), Toni Vinyals (Scaramouche), Ferran González (Pegados, Mierda de Artista), Naim Thomas (OT) y Javier Enguix (La Familia Addams, The Hole, HNMPL) entre otros actores debería implicar una calidad que no encontramos en este caso. No es que los actores no lo hagan bien, las canciones suenan muy bien, vocalmente están más que correctos y, aunque alguno patine un poco en el plano interpretativo, hay otras ocasiones en las que no puedes dejar de mirarlos (maravilloso Ferran González como Toulouse-Lautrec).
Y os preguntaréis: ¿pero de qué va la historia para que te estés ensañando así? Pues la historia está ambientada en la belle époque parisina, donde la joven Roxanne trabaja como bailarina principal de un music hall llegando a venderse si hace falta para conseguir su sueño de ser actriz de éxito. A ese local van un grupo de bohemios entre los que encontramos nombres conocidos como Toulouse-Lautrec o Erik Satie. Una noche conoce al anarquista Alessandro, amigo del grupo y pese a sus ideales, un romántico empedernido. Finalmente Roxanne tendrá que elegir entre el amor o el éxito de la mano de su amante y dueño del local.
Espera un momento ahí, ¡yo esa historia la conozco! París, el Moulin Rouge, una bailarina que quiere ser actriz, un grupo de bohemios, el amor prohibido, el malvado duque que tiene en su mano el éxito de Satinne, la canción Your Song de Elton John, Lady Marmalade… ¡Marta, te has equivocado de título! Pues no, queridos amigos, pese a que se desarrolle en París, que comparta personajes, canciones, prácticamente hasta el nombre, que a la protagonista la llamen su diamante más brillante y que salgas del teatro con unas ganas locas de ver a Nicole Kidman y Ewan McGregor cantándole al viento eso de «Cooooome Whaaaat Maaaaay!«, al parecer esta historia es totalmente diferente a esa que todos estáis pensando. Nada que ver. O, al menos ese es el mensaje que se nos quiso transmitir y que no sé yo si llegó a calar muy hondo… Yo, desde luego tardé menos de 5 días en ponerme la película (y porque no la pude ver antes).
No obstante, no todo va a ser malo. En su favor voy a romper una lanza diciendo que la aberración de cantidad de canciones (36 sólo en el primer acto, 53 en total), excesivas en mi humilde opinión en un espectáculo, harían un fantástico recopilatorio que yo compraría. Algunas de ellas con unos arreglos más que interesantes. Por otro lado, no podemos dejar de destacar el diseño de luces (Marc Lleixà), audiovisuales (Pol Torrents) y el vestuario del espectáculo (Jordi Dalmau), todos impresionantes.
En conclusión, este espectáculo es un fiel reflejo de que no siempre una gran inversión económica debe identificarse como garantía de calidad y, aunque nosotras siempre vayamos a apoyar las iniciativas arriesgadas y las ideas originales, unas entradas de precio elevado no nos garantizan un gran espectáculo.
Desde aquí sólo me queda desearles buena suerte a la compañía de Rouge Fantastic Love… porque la van a necesitar.
PD: ¿Para cuándo una adaptación de verdad de Moulin Rouge a los escenarios, porfa please?
M.
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