Cena de Nochebuena. Estas tres palabras ya son suficientes para poner nervioso a más de uno: la comida de la suegra, los chistes de tu cuñado, ese «y tú, ¿novio para cuándo?, que se te va a pasar el arroz» o las derivas políticas de la conversación que te dan ganas de retirar los cuchillos de la mesa… Da igual cuál sea tu familia, las probabilidades de que algún año hayas vivido cualquiera de estas situaciones son altas. De hecho, no deja de sorprenderme que las Urgencias del hospital no parezcan la escena de una peli bélica en esos días.
En esa situación tan concreta nos situamos la obra que fuimos a ver ayer al Teatre Lliure de Gràcia. La obra, firmada por Mariana de Althaus y dirigida por Carol López, cuenta la historia de una familia sudamericana que lleva dos años sin verse pero decide reunirse para la cena de Nochebuena.Una familia que no acaba de seguir los cánones tradicionales: encontramos a Leonardo (el patriarca), Paula (su nueva novia), los dos hijos de éste, Edurne y Pável, y el hijo de este último, Tuli. A raíz de que Leonardo está convaleciente de una cirugía, se produce un acercamiento entre los miembros de esta curiosa familia, un intento por perdonarse mutuamente… o no. Porque como suele ocurrir en estos casos, no es oro todo lo que reluce, no todas las buenas intenciones son tan nobles como parecen y pronto comienzan a surgir los problemas.
Con una escenografía sencilla que, a mi parecer, se ve favorecida por las peculiares características del espacio (a lo cuadrilátero de boxeo), los actores nos regalan unas interpretaciones sólidas, del más mayor al más pequeño. Guillermo Toledo interpreta a ese patriarca serio y a veces distante, de esos que no te gustaría que te echaran una bronca. Nausicaa Bonnín a su pareja, deseosa de agradar pero que no acaba de perder esa sensación de no pertenecer. Aina y Marc Clotet, hermanos en la vida real interpretan a los dos hermanos también en la ficción. Es fascinante cómo Aina llevó de la mano al público durante todo el viaje que sufre su personaje a lo largo de la función y el contrapunto del personaje de Marc, sereno, estable pero a la vez inseguro y herido. El elenco lo cierran los niños alternando el papel de Tuli, Joel Bramona y Jaume Solà. Nosotras tuvimos a Jaume y nos ganó con su dulzura.
Quien más te quiere es quien más te daña y la familia no es una excepción a la regla. Esta premisa llevada al extremo (porque se trata de una obra de teatro y sino no tendría gracia) es la que sirve como motor de la acción. Una trama que baila sobre esa fina línea del humor negro, ese momento incómodo en el que se escapa la risa pese a la crudeza de la situación. Lo que inicialmente son tímidas sonrisas dada la dureza de las situaciones, se acaba convirtiendo en auténticas carcajadas cuando el público se rinde al absurdo de la situación. Y es que, ¿qué sería la vida si no nos riéramos de ella? El humor es lo que nos hace relativizar y nos ayuda a enfrentarnos a las situaciones difíciles. Sin ese sentido del humor, el mundo probablemente sería un poco más gris… y las salas de espera de los digestivos estarían un poco más llenas.
Así que siguiendo este pensamiento, porque tendréis una hora de entretenimiento de calidad garantizado (y para evitaros una úlcera a todos), os recomiendo que corráis a por vuestras entradas. Insisto, corred, ya que se han vendido tan rápido que tuvieron que prorrogar sin haber comenzado siquiera. Además, ahora tenéis un plus: si encima queréis realizar una buena acción, la recaudación de la función del 15 de abril a las 20:30 se destinará a la ONG Proactiva Open Arms, que se encarga de rescatar a refugiados en el mediterráneo.
M.
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