Bonsoir! Bonsoir! Desde el mismísimo Saint Tropez nos dan la bienvenida a la envidia de los cabarets, la joya de la riviera. Señoras, Señores y tú, abrid los ojos, habéis llegado a La Cage Aux Folles.
Podréis pensar que es otro espectáculo de plumas, purpurina y drag queens. Qué equivocados estáis. Éste espectáculo de plumas, purpurina y drag queens es todo un clásico. En 1983 (cuando muchos de nosotros aún ni habíamos nacido) se estrenó en Broadway este musical basado en la obra de 1973 de Jean Poiret, La Cage Aux Folles. Con libreto a cargo de Harvey Fierstein y música de Jerry Herman, en su estreno ganó 6 Tony Awards de los 9 a los que estaba nominado y, desde entonces se ha seguido representando (y cosechando galardones) en numerosas producciones a lo largo de todo el mundo, incluida la última en 2010 en Broadway, que ganó el Tony a mejor revival de un musical.
Es este último revival el que nos llega traducido al castellano a Barcelona. De la mano de Manu Guix y Àngel Llàcer, ya de por si suficiente garantía de calidad, nos llega esta producción que nada tiene que envidiarle a la protagonizada por Kelsey Grammer y Douglas Hodge ni en recursos ni en talento.
Centrándonos en la historia, tenemos a Georges, interpretado por el carismático Ivan Labanda, quien es dueño del club de variedades más exitoso de Saint Tropez y cuya estrella es Zaza, o Alvin, pareja de Georges, en cuya piel se pone el magistral Àngel Llàcer. La aventura comienza cuando Jean-Michel, el hijo de Georges (Roc Bernardí) decide invitar a cenar a su casa a los padres de su prometida (Lucía Madrigal), un político ultraconservador y su beata mujer.
Aunque quizás le cueste un poco arrancar, con un primer número bastante largo y un par de situaciones absurdas (que así, en frío, son un poco «WTF«), pronto la historia te absorbe hasta quedar prendada de todos sus personajes. Porque, pese a que el gran peso del musical lo llevan los dos protagonistas, Georges y Albin, el conjunto de actores y bailarines están exquisitos.
Ivan Labanda, de quien ya he dicho más de una vez que necesitamos que traigan Hamilton a España simplemente para que él pueda ser King George III, nos trae a un Georges magnético, que sirve de ancla para el alocado Alvin. En cuanto a Llàcer, una vez pasada la sorpresa de su voz (de la que ya pudimos oír un poco con aquel «New York» de la Nit De Musicals), he de deciros que sólo tengo una palabra para describirlo y es «diva». Piel de gallina y un auditorio en pie cuando cantó su «Soy lo que soy». ¡O-lé!
No puedo dejar de nombrar a Roc, que ha dejado muy atrás aquel Despertar de la Primavera para enamorarnos a todas con su Jean-Michel, y a Ricky Mata, que no dejará a nadie indiferente con su Jacob. Él es el encargado de dar la mayoría de toques cómicos y no os desvelo nada si os digo que acabó con el público completamente en el bolsillo.
Un detalle importante que debéis saber es que, dado el esfuerzo que supone los dos papeles principales, tanto Ivan como Àngel tienen alternantes, en este caso Jose Luis Mosquera (a quien recordaréis de Priscilla) y Oriol Burés, cuyo nombre os sonará menos pero más os vale que os lo apuntéis. Dará que hablar.
En resumen, este musical es de esos que tanto gustan al gran público con vistosas coreografías, vestuario deslumbrante y canciones pegadizas. Sin embargo no os dejéis engañar, porque lo más importante de este musical no son sus bailes sino el mensaje. La Jaula de las Locas es un canto a la vida, al amor y, sobretodo a la diversidad y la tolerancia. Y es que no hay mejor mensaje que el de aceptarnos los unos a los otros tal y como somos. Mensaje que, por sencillo que parezca, últimamente dirías que ha quedado olvidado en algún cajón.
«¡¡Pero sois homosexuales!!»
«No hace falta que grites, ellos ya lo saben.»
No dudéis en corred al Teatre Tívoli a por vuestra entrada porque están volando. No os arrepentireis. Prometido.
PD: Una duda que nos ha surgido… ¿Por qué has traducido el título si no lo nombran en ningún momento en castellano durante el musical?
M.
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