Ayer tuvimos la suerte de poder asistir a la función de «Un Día Cualquiera, El Musical«; y digo suerte porque placer nos lo aporta muchas de las producciones que podemos ver sobre los escenarios pero son contadas las veces que sentadas en una platea tenemos esa sensación de sentirnos completamente afortunadas por presenciar algo mágico. Suerte de que en plena pandemia del Covid-19 una productora pequeña (La Coja Producciones) haya decidido apostar por sacar en gira un musical de pequeño formato que llevaba en nuestro radar desde que oímos que se estrenaría en Madrid. Suerte porque cuatro actores de primer nivel en nuestro país decidieran regalarnos un poco de su talento también en petit comité.
(¡Madre mía Marta, sí que te ha dado fuerte hoy!¡Vaya subidón de azúcar! -diréis)
Pues sí, qué queréis que os diga, me habéis pillado con el día sensible pero no por ello tengo menos razón y os diré por qué. Ya en 2015 pudimos asistir a la producción que se representó en Barcelona llamada entonces Dies Normals en catalán y nos llevamos una gran sorpresa al dejarnos llevar por las vidas de estos cuatro neoyorquinos. Porque Un Día Cualquiera es la adaptación al castellano del musical Ordinary Days, de Adam Gwon. Un musical contemporáneo que sigue las vidas de cuatro jóvenes en NYC, con sus problemas de la vida diaria, sus miedos y sus ambiciones. Problemas en los que cada uno de los espectadores puede sentirse totalmente identificado: decidir mudarse con tu pareja, dudar de si has elegido bien tu carrera o pensar si estás haciendo lo que realmente imaginaste que harías cuando fueras mayor.
Hay un fragmento de una novela de Elisabet Benavent que resuena especialmente con esto último: «Es inevitable hacerse preguntas. Es inevitable establecer un dialogo interior con la niña que fuiste y consultarle si está decepcionada, si cree que hiciste todo lo posible para cumplir sus sueños. La respuesta no suele ser positiva, ¿sabéis? (…) Pero en ese diálogo interior hay un momento mágico. Te abres y a pecho descubierto le dices la verdad: que lo hiciste lo mejor que pudiste y que harías lo mismo si volvieras atrás. La retas, la miras a los ojos y con una sonrisa le propones que lo haga mejor, si puede.»
Esta sensación, esta lucha interior la podemos ver prácticamente en todos los personajes, especialmente en los de Deb y Warren, interpretados magistralmente por Laura Enrech y Oriol Burés, que llevan el peso cómico del espectáculo sin por ello perder ni un ápice de profundidad en su trama, además de clavar cada una de las canciones. Sin embargo son los personajes de Jason y Claire, interpretados por Lydia Fairén y Víctor Gómez los que consiguieron arrancarnos la lagrimilla y ponernos la piel de gallina en la función. Porque qué voy a decir de Lydia que no hayamos dicho ya a estas alturas si con cada musical que hace le dedicamos un panegírico y Victor, si no salís enamoradas (y enamorados) de su personaje al final de la función es que tenéis un corazón más frío que una vacuna de Pfizer.

Con todo esto sólo me queda deciros, si estáis en Valencia no dudéis en visitarlos el próximo sábado 13 a las 19:30 o el domingo 14 a las 18 en el Teatro Flumen, que será vuestra última oportunidad. No es frecuente que este tipo de producciones lleguen a Valencia (y mucho menos con la que tenemos liada) y sería una auténtica pena que dejarais pasar la oportunidad de disfrutarlos en directo. Y si no vivís en Valencia, no temáis, se huelen más fechas en esta gira, así que estad atentos a sus rrss (@Undíacualquier7 y @undiacualquieramusical).
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