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TODOS SOMOS UN POCO REBELDES EN MATILDA, EL MUSICAL

Cuando hablamos de esos musicales que se ganan un huequito en nuestros corazones y en nuestras playlists, aquellos que por mucho que pase el tiempo no podemos dejar de escuchar, de tararear o de cantar todas las voces de la canción, en seguida nos vienen a la mente grandes nombres como Les Misérables. Pero, en ocasiones, llega ese musical que nos sorprende, que nos enamora y que aún no hemos salido del teatro y ya estamos deseando repetir. Matilda fue uno de esos musicales para mi. Cuando lo vi por primera vez en el Cambridge Theatre de Londres, allá por 2015, ya iba sobre aviso, tenía unas críticas espectaculares y ya se había trasladado también a Broadway, así que no fue ninguna sorpresa, conocía las canciones de Tim Minchin y estaba totalmente predispuesta a dejarme conquistar.

Por todo esto, quienes me conocéis imaginaréis la aprensión con la que entraba al Nuevo Teatro Alcalá de Madrid hace unas semanas. Matilda, por fin en España después de años de rumores y de preparación, de la mano de SOM Produce, traducido por primera vez al castellano. Emoción y terror a partes iguales. Y es que Matilda probablemente sea de los musicales más complicados de traer a nuestros escenarios. Por un lado, necesitas una caterva de niños que canten, bailen y actúen, no de fondo sino con solvencia como para llevar el hilo de un musical (¡¡esta producción tiene nada menos que 58 chiquillos!!). Por el otro, quien haya escuchado el álbum se habrá dado cuenta de la maestría de las letras de Tim Minchin, llenas de juegos de palabras y tesoros escondidos… sencillito de adaptar a un nuevo idioma…

Pues bien, Matilda aprobó con nota mi muy exigente examen. La adaptación de las canciones por Alejandro y David Serrano superó mis expectativas y sólo acabé echando de menos aquel abecedario escondido de The School Song (que reconozco es prácticamente intraducible literalmente). En cuanto a los niños, parece que lleven toda la vida sobre las tablas, se nota calidad de su formación.

No voy a entrar en detalle en la historia, ya que es de sobra conocida, basada en el clásico de Roald Dahl y llevado al cine en 1996, cuenta la historia de Matilda Wormwood una niña excepcional que desarrolla poderes telequinéticos que le ayudan a lidiar con su «especial» familia y la malvada directora de su colegio.

Si bien es cierto que con canciones tan pegadizas, una historia tan dulce y una escenografía tan lograda (firmada por Ricardo Sánchez-cuerda) tenían gran parte ganado, acaba de redondear el espectáculo un elenco soberbio. Absolutamente todos los niños están brillantes, incluida nuestra Matilda, que llevó la función con una solvencia que ya querrían muchos adultos. Pero no voy a nombrar específicamente a ninguno de ellos ya que estoy convencida de que todos los diferentes elencos infantiles tienen la misma calidad. En cuanto a los adultos sí merecen mención especial Allende Blanco como la dulcísima Miss Honey y Mary Capel como la exuberante Mrs. Wormwood. No obstante, nuestro corazón se lo llevó Oriol Burés desde su primer segundo en escena como la malvadísima Trunchbull. No sólo es un actorazo de una calidad vocal sobresaliente, sino que se nota cuánto disfruta su papel de diva malvada (porque hay que reconocer que la señorita Trunchbull es toda una diva a su manera) y con cada «¡gusanos!» nos conquistaba un poquito más hasta convertir al público en los fans nº1 de la campeona de lanzamiento de martillo de 1969 ;).

Matilda es un musical para toda la familia, lo disfrutarán los niños que conozcan por primera vez la historia y los no tan niños que redescubran de nuevo una de las películas más icónicas de nuestra infancia. Un must en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid, que bien merece una excursión a la capital.

Porque, de vez en cuando todos necesitamos que nos recuerden que «cada día empieza con el tic del reloj, todas las fugas empiezan con el click del cerrojo. Si estás atascado en tu historia y quieres escapar, no debes llorar, no debes gritar. Porque incluso si eres pequeño puedes hacer cosas grandes. Si te quedas plantado y dejas que se te suban a la chepa, no cambiarás nada«*.

M.

*Every day starts with the tick of a clock.
All escapes start with the click of a lock.
If you’re stuck in your story and want to get out,
You don’t have to cry; you don’t have to shout.

‘Cause even if you’re little, you can do a lot, you
Mustn’t let a little thing like ‘little’ stop you.
If you sit around and let them get on top, you
Won’t change a thing.

– Naughty (Matilda, The Musical)

NO ES UNA ENTREVISTA CUALQUIERA CON ORIOL BURÉS Y LAURA ENRECH

Como sabéis, el pasado domingo estuvimos disfrutando de Un día cualquiera en el Teatro Flumen de València. Lo que no os había contado todavía es que antes de la función varios de sus protagonistas nos dedicaron unos minutos de su tiempo. Os dejo qué nos contaron Oriol Burés (Warren) y Laura Enrech (Deb).

BiS: ¿Cómo describiríais Un Día Cualquiera en vuestras propias palabras?

Oriol Burés: Es un musical que cuenta la historia de 4 personas que viven en NY y que a través de su rutina diaria nos muestran las cosas extraordinarias de lo cotidiano, la belleza de las cosas simples.
Laura Enrech: Sobre cómo, de repente, se entrecruzan historias que pensabas que nunca se juntarían y cómo acciones pequeñas pueden tener repercusiones muy grandes.

BiS: Laura, tú has estado viviendo en NY. ¿Cuánto se acerca este musical a la realidad de lo que es vivir en NY?

LE: Pues la verdad es que bastante. NY es una ciudad en la que, de repente, suceden cosas que no suceden en otros sitios. Es el epicentro de tantísimas historias, se han generado tantas cosas allí que los neoyorquinos tienen una predisposición distinta hacia la vida y las cosas simplemente suceden, esto es muy cierto.

BiS: ¿Cómo es venir de gira en mitad de una pandemia? Porque sois unos valientes…

LE: Bueno, eso la productora, La Coja.

OB: ¡Son unos VALIENTES en mayúsculas y en neón!

LE: Es muy, muy surrealista, la verdad. 

OB: Y a la vez se agradece mucho que tanto la gente del teatro Flumen como La Coja se embarquen en esta aventura. Para todos los actores del sector, cuando vemos productoras valientes asomando la cabeza y que tiran adelante porque apuestan por la cultura… Somos un sector que desde que llegó la pandemia nos estamos reinventando, desde el minuto 1 estamos luchando no tanto para salir de la situación sino para poder estar ahí mientras dure la situación.

LE: Claro, para poder estar ahí y reivindicar que nuestro modo de vida es válido también en pandemia, que creo que nos sentimos anulados a muchos niveles.

OB: Es extraño y maravilloso a la vez. También estamos muy acostumbrados ya, porque sabemos que nuestra situación es incierta y por mucho que tengas un planning sabes que puede variar hasta el último momento, porque son factores que no dependen ni de la productora ni del teatro, están por encima. 

BiS: En las producciones a las que hemos podido asistir desde que se desencadenó la pandemia hemos podido presenciar cómo existe una vibración diferente en la platea, ¿Cómo os llega a vosotros, que además ahora apenas podéis ver media cara del público?

LE: Depende mucho de la sala, de cuan cerca o cuan lejos estés, pero sí que he notado que después de la pandemia la gente que viene al teatro viene muy beligerante y muy reivindicativa, casi como una declaración de intenciones: esto es lo que queremos hacer. Y entonces aplauden y viven las obras de una manera distinta, se respira otra cosa.

OB: Es verdad también que nosotros veníamos de estar en una sala en la que teníamos al público muy, muy cerca y este ha sido nuestro primer contacto con un teatro a la italiana, donde el público está lejos. Inicialmente no sabíamos si el público estaba enganchado con la función o no, porque es una cosa que tú vas regulando como actor, pero al final cuando vimos que sí lo estaban y que estaban viviéndola súper bien. Fue lo que dice Laura: la reivindicación de somos gente que hemos venido al teatro porque queremos ver teatro… se agradece un montón y es súper emotivo. Que la gente se levanta a aplaudir primero porque les ha gustado lo que han visto pero también dándonos las gracias por haber hecho esto y por haber generado teatro en estas épocas. Yo creo que la gente lo necesita también.

BiS: ¿Con qué os sentís más identificados -tanto de vuestros personajes como de cualquier otro personaje del musical?

LE: Deb es muy controladora y es algo con lo que yo me identifico mucho porque yo intento buscar siempre la tranquilidad en sentir que tengo las cosas bajo control. Realmente el proceso que tiene Deb en la obra es rendirse ante la evidencia de que no tiene n.p.i. de qué está haciendo ni qué va a hacer y simplemente obligarse a vivir en presente. Eso es algo con lo que yo me topo una y otra vez en la vida… y con una pandemia por medio incluso más, así que imagínate, es un viaje bastante fuerte para mí.

OB: Pues yo con Warren me identifico mucho con su ilusión y con el dejarse fluir, que sí que tiene unos objetivos en la vida pero tampoco tiene un plan de vida. Él sabe que empezará el día aquí pero no sabe dónde lo va a terminar y creo que eso Oriol lo hace bastante (Laura: ¡pues a mi eso no me sale!). Yo tengo un punto que las cosas espontáneas y la improvisación me gustan bastante, hay muchas veces que me permito ser espontáneo en mi día a día y eso creo que lo comparto mucho con Warren.

BiS: De todo el musical, ¿cuál es la canción que más os llega independientemente de si es vuestra o la canta otro compañero?

OB: No es porque sea de Laura y mía, pero a mi el encuentro en el tejado me llega mucho. Podría decirte que hay 3 canciones que me mueven del musical: la jaula de edificios, estoy aquí y el dueto del tejado.

LE: El dueto del tejado. La primera vez que realmente me puse a escuchar el musical, ya sabiendo que iba a hacerlo y estaba en modo estudio, cuando llegué a la parte del dueto en el tejado tuve que parar porque me emocionó muchísimo. No te puedo decir de otro personaje porque tengo la suerte de que mi fragmento favorito del musical lo cantamos nosotros.

BiS: Por último, ¿cuál es el mensaje que se lleva la gente a casa de este musical?

OB: Yo creo que una cosa buena que tiene este musical es que cada uno saca su lectura.

LE: No tiene una moraleja ni tiene una pretensión de que todo el mundo salga pensando “x”. Lo guay es que como son dos historias muy distintas y personajes hiperdistintos entre sí, creo que cada uno va a coger aquello para lo que esté preparado o lo que necesite recoger en ese momento. Yo a lo mejor veo esta obra ahora y recojo una cosa, pero la veo dentro de unos años y resuena otra.

OB: Lo que recoges son cachitos de lo que ves, te puedes quedar con un fragmento de una historia y otro de la otra y es tu conclusión del espectáculo. Depende mucho del viaje que hagas tú como espectador y de tu momento vital.

Con esto sólo me queda recordaros que podréis ver Un Día Cualquiera únicamente el sábado 13 y domingo 14 en el Teatro Flumen de València. Luego no digáis que no os he advertido.  

UN DÍA CUALQUIERA NO ES UN MUSICAL CUALQUIERA

Ayer tuvimos la suerte de poder asistir a la función de «Un Día Cualquiera, El Musical«; y digo suerte porque placer nos lo aporta muchas de las producciones que podemos ver sobre los escenarios pero son contadas las veces que sentadas en una platea tenemos esa sensación de sentirnos completamente afortunadas por presenciar algo mágico. Suerte de que en plena pandemia del Covid-19 una productora pequeña (La Coja Producciones) haya decidido apostar por sacar en gira un musical de pequeño formato que llevaba en nuestro radar desde que oímos que se estrenaría en Madrid. Suerte porque cuatro actores de primer nivel en nuestro país decidieran regalarnos un poco de su talento también en petit comité.

(¡Madre mía Marta, sí que te ha dado fuerte hoy!¡Vaya subidón de azúcar! -diréis)

Pues sí, qué queréis que os diga, me habéis pillado con el día sensible pero no por ello tengo menos razón y os diré por qué. Ya en 2015 pudimos asistir a la producción que se representó en Barcelona llamada entonces Dies Normals en catalán y nos llevamos una gran sorpresa al dejarnos llevar por las vidas de estos cuatro neoyorquinos. Porque Un Día Cualquiera es la adaptación al castellano del musical Ordinary Days, de Adam Gwon. Un musical contemporáneo que sigue las vidas de cuatro jóvenes en NYC, con sus problemas de la vida diaria, sus miedos y sus ambiciones. Problemas en los que cada uno de los espectadores puede sentirse totalmente identificado: decidir mudarse con tu pareja, dudar de si has elegido bien tu carrera o pensar si estás haciendo lo que realmente imaginaste que harías cuando fueras mayor.

Hay un fragmento de una novela de Elisabet Benavent que resuena especialmente con esto último: «Es inevitable hacerse preguntas. Es inevitable establecer un dialogo interior con la niña que fuiste y consultarle si está decepcionada, si cree que hiciste todo lo posible para cumplir sus sueños. La respuesta no suele ser positiva, ¿sabéis? (…) Pero en ese diálogo interior hay un momento mágico. Te abres y a pecho descubierto le dices la verdad: que lo hiciste lo mejor que pudiste y que harías lo mismo si volvieras atrás. La retas, la miras a los ojos y con una sonrisa le propones que lo haga mejor, si puede.»

Esta sensación, esta lucha interior la podemos ver prácticamente en todos los personajes, especialmente en los de Deb y Warren, interpretados magistralmente por Laura Enrech y Oriol Burés, que llevan el peso cómico del espectáculo sin por ello perder ni un ápice de profundidad en su trama, además de clavar cada una de las canciones. Sin embargo son los personajes de Jason y Claire, interpretados por Lydia Fairén y Víctor Gómez los que consiguieron arrancarnos la lagrimilla y ponernos la piel de gallina en la función. Porque qué voy a decir de Lydia que no hayamos dicho ya a estas alturas si con cada musical que hace le dedicamos un panegírico y Victor, si no salís enamoradas (y enamorados) de su personaje al final de la función es que tenéis un corazón más frío que una vacuna de Pfizer.

Con todo esto sólo me queda deciros, si estáis en Valencia no dudéis en visitarlos el próximo sábado 13 a las 19:30 o el domingo 14 a las 18 en el Teatro Flumen, que será vuestra última oportunidad. No es frecuente que este tipo de producciones lleguen a Valencia (y mucho menos con la que tenemos liada) y sería una auténtica pena que dejarais pasar la oportunidad de disfrutarlos en directo. Y si no vivís en Valencia, no temáis, se huelen más fechas en esta gira, así que estad atentos a sus rrss (@Undíacualquier7 y @undiacualquieramusical).

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